Finalmente, tenemos la tesis que el "milagro económico" chileno justifica todo cuanto Pinochet haya hecho. Esta es la razón más sentida en defensa del ex-dictador, especialmente en la clase gobernante chilena y en la capa de la clase media privilegiada que ha acumulado riquezas sin precedentes gracias a la supresión violenta de la clase obrera. Esto equivale a que una capa angosta y egoista de la sociedad chilena declare que la cantidad de muertos y los derechos políticos que fueron sacrificados no les podría importar menos-- siempre que puedan pagar el precio de sus nuevos hogares, automóbiles importados y los frecuentes viajes de compra a Nueva York y Miami.
Los círculos financieros internacionales por años presentaron a Chile como modelo de desarrollo. Sin embargo, aquéllos que alaban la eonomía del país rara vez analizan como las tazas de desarrollo fueron preparadas con la matanza y la destrucción de las normas de vida y los derechos fundamentales de los trabajadores chilenos.
La dictadura militar llevó a cabo el programa más extenso de poner empresas en manos privadas y librarlas de reglamentaciones gubernamentales de todos los paises del mundo. El cuidado médico, el bienestar social, las pensiones y la educación escolar todos fueron puestos en subasta. Al mismo tiempo, se abolieron las rentas internas que las empresas tenían que pagar. Durante la primera década del gobierno militar, la taza de desempleo subió a 20% y más del 40% de la población cayó bajo el índice oficial de la pobreza.
Hoy día los trabajadores chilenos son de los más explotados del mundo. Empleos temporarios o de tiempo parcial y la mano de obra contratada constituyen la norma, con la mayoría de los obreros trabajando semanas de 48 horas. A los niños se les obliga buscar empleo lo más temprano posible. Para 1992, sólamente 2,5% de la población había recibido siete años de educación escolar formal, un tercio menos que Argentina y la mitad de Brasil o México.
Pero la destrucción de las condiciones sociales y las organizaciones de la clase obrera creó oportunidades sin paralelo para que el capital extranjero y la burguesía chilena se enriquecieran a si mismos. ¿El resultado? Una de las economías de mayor polarización social en toda Latinoamérica.