Ahora mismo, Messi no es Messi , pero se le va acercando y cuesta pensar que cualquier día de estos no lo atrape y que incluso lo adelante. Leo es el único capaz de superarse a sí mismo. En esa constante lucha personal nunca ha perdido. Llegará un día, por supuesto, en que se quedará un paso atrás y aparecerá otro Messi , una reinvención obligada por la edad y el desgaste. Pero no parece que ese momento esté cerca, o por lo menos, Messi no se merece que se caiga en esa tentación y se tengan malos pensamientos. Mientras no se demuestre lo contrario, no hay por qué dudar de él. A Messi hay que tolerarle todo o casi todo. Como esa obsesión final en Vigo por marcar y que le llevó a no regalarle un gol a Pedro por el afán de meterlo él. Va por tantas, tantísimas veces, en que él y nadie más que él ha sacado al Barça de las peores situaciones.
Por primera vez en mucho tiempo, el Barça no sufre Messidependencia , que no quiere decir que Messi haya dejado de ser la pieza más importante. Si no lo es, lo acabará siendo, aunque le esté costando más de la cuenta ser el de siempre y no esté muy claro en qué medida solo es una cuestión física y hasta qué punto le afectan los cambios de posición.
Compensar los goles que Messi ha dejado de meter y los puntos que acostumbra a sumar por sí solo es uno de los méritos del equipo, por más que en este cambio de registro haya perdido otras virtudes. No debería estar prohibido decir que el Barça ha perdido control en el juego y al mismo tiempo elogiar su efectividad. Asociar cualquier objeción exclusivamente futbolística a la nostalgia, las batallitas autodestructivas, los bandos periodísticos y otros argumentos de este estilo lleva la firma, en general, de quienes más prejuicios han demostrado en otras épocas. Es curioso que algunos le hayan dedicado más elogios a Martino en estos primeros 100 días que a Cruyff en 40 años. Ahí sí que entraban en juego los prejuicios y las cuestiones personales. Y en muchos casos, qué coincidencia, lo mismo sucedió y sucede con Guardiola .
No parece que nadie tenga prejuicios con Martino . Más bien al contrario. Ni mucho menos porque sea una apuesta de Rosell, como se encargan de pregonar día sí día también, y no precisamente para reforzar el valor del entrenador sino el del presidente. Igual que ocurre ahora con Alexis . Hasta hace cuatro días era otro fichaje fallido de Guardiola, pero de repente en algunas elogiosas semblanzas del chileno ha desaparecido el nombre de su padrino.
Martino no ha necesitado 100 días de gracia porque ha superado todas las expectativas. En el campo y fuera. Ha repetido 100 veces y de la manera más respetuosa que no ha venido a desmontar nada, que tiene claro el modelo y aún así se ha enfrentado a unos cuantos debates. Como todos. Pero al mismo tiempo ha dejado claro que todavía no ha influido en el equipo lo que le gustaría, y que lo hará. Como todos, también. No hay entrenador que no pretenda darle un sello personal a su equipo. Y, poco a poco, Tata ya lo hace. Más de lo que parece.
Por más que sean injustas, las comparaciones con el Barça de los últimos años y, sí, más injusto aún, con el mejor Barça de Guardiola , son inevitables. No es un caso único. Ocurre en el Milan, en la Juve, en el Liverpool, en el United... Mayoritariamente no obedecen a una campaña interesada ni a obsesiones que tal vez sí afectan a quienes ahora van poniendo cruces a los que no acaban de sentirse cautivados por este Barça. Es cuestión de gustos. Eso no significa que sea exagerado alzar la voz ante el cambio de Song por Iniesta en el clásico. De momento, es un recurso, no una seña de identidad. Y no da para una crisis semanal. Tampoco el juego descontrolado de Vigo. Ni es justo especular sobre el futuro del equipo en mayo y dar por hecho que no le alcanzará para la Champions. Ya se verá. Pero mucho menos justo es, 40 años después, seguir recordando que Cruyff se escondía fuera de casa y silenciar su obra.