Un portátil está hecho para lo que está hecho, para lograr con él una portabilidad fácil y perfectamente llevadera.

Eso como ventaja si no se precisa de grandes pantallas, que también puede conectarse a cualquiera, desde luego, pero ya estaríamos limitando el uso a esa pantalla que dependiendo de ciertas dimensiones se tornará como un elemento a quedarse fijo.

Como inconvenientes si se fuerza con determinados trabajos el ruido es considerable en base a las revoluciones a las que trabajará el ventilador para mantener unas temperaturas por debajo de la posibilidad de que termine apagándose para proteger el mismo, aparte que si se precisa actualizar pocas opciones viables ofrecen salvo el volver a comprar otro, por muy avanzados o potentes que resulten.

Uno de sobremesa como bien dice la palabra es para tener un equipo fijo, y en base a querer refrigerarlo o airearlo existen infinidad de posibilidades para hacerlo costando un dineral como ahorrando y bastante en sus componentes, aparte también de otra de las tantas ventajas que posee como ciertas placas base de Intel y sobre todo de AMD cuya compatibilidad es patente con varias generaciones de procesadores.

La selección incluso para poder elegir la resolución en cuanto a videojuegos también lo hace bastante versatil frente a un portátil.