Perfectamente, es precisamente la avaricia del panadero por lo que yo tomo mejor pan todas las mañanas. Es ese deseo de mejorar y hacer mejores croissants que el panadero de enfrente por el que yo desayuno mejor. Sin esa avaricia, si todo valiese igual no mejoraríamos individualmente ni como sociedad. La falta de escrúpulos no es una cualidad apreciable en el ser humano, sin embargo si el deseo de destacar y hacer las cosas mejor que el resto.