Desde mi punto de vista, el criterio de la señora May sobre las cartas gibraltareñas me parece el más acertado. No se cambió ni una coma del acuerdo, ni de la declaración política.
La carta británica viene firmada por su embajador ante la UE. Hombre, es algo más que un bedel del 10 de Downing Street, pero tampoco es un cargo de una relevancia verdaderamente importante en el Gobierno británico.
Como ha dicho la presidenta lituana, "hemos prometido prometer... y solemos cumplir".
En otras palabras, que ya se verá. Lo importante para el señor Sánchez o quién vaya a sucederle, es que a la hora de negociar el acuerdo comercial, España sí tiene derecho de veto, y podría usarlo, por ejemplo, si en ese momento no está de acuerdo con que dicho acuerdo se aplique a Gibraltar... pero, vaya, ya tenía esa capacidad sin montar el show de estos últimos días.