Duró poco el JVC... a los pocos meses se lo llevó mi exmujer, junto con el chalet y lo que quiso, y me dejó con todo empaquetado, y volví; volví a aquella habitación de soltero donde veía Laser Disc en monitores de fosforo verde para meter toda mi vida es esos 8 metros cuadrados. Adios al home cinema, salvo que me las ingeniara, y redujera todo a la mínima expresión... y eso fue lo que me propuse.

La solución vino de la mano de un proyector, el Sony VPL-HS20, un proyector que hace 10 años llevaba una entrada diferente a todas las vistas hasta ahora: HDMI.



Como altavoces, muy a mi pesar, renuncié a todo lo que tenía y adquirí un conjunto Sony VSA-VE2M, de que puedo decir que cumplía sobradamente en aquella exigua habitación...



El siguiente paso lógico fue conseguir un amplificador con mayor capacidad de adaptación a las dificultades de la sala, y que tuviera la novedosa conexión HDMI, y como Sony no me había defraudado, opté por una bestia parda, el STR-DA5200 ES



Una máquina total en su momento, de los primeros con calibración automática, que me ayudó mucho para que el sonido fuera decente, guía en pantalla, escalado a 1080p y tres entradas HDMI... y más potencia de la que pudiera necesitar toda la casa de mis padres.

Como tenía ya en mente el sonido multicanal, y había empezado a descubrir grabaciones en CD en DTS, busqué un reproductor lo más versatil posible con los formatos, y el elegido fue el Pioneer DV 696, al que rápidamente le metí un CFW



En esto que surgió un formato llamado Blu-Ray, con un aumento considerable de calidad de imagen, y por el tema de espacio, opté por una PS3 en ese momento.

Y como esta parte es muy triste, no tengo buenos recuerdos de ello.