Fecha: 26 de abril. 22:30 horas.
Lugar: Auditorio Nacional de Música (Madrid).
Programa: Promoconcert Tchaikovsky.
Concierto para piano y orquesta nº 1 en Si bemol menor, op. 23
El lago de los cisnes, suite Op. 20
1812 Obertura festival en Mi bemol Mayor, Op. 49
Intérpretes:
Georgios Filadelfefs, piano.
Orquesta Orquesta Sinfónica Estatal Ucraniana.
Natalia Ponomarchuk, directora.
[Creo que tiré el programa de mano según salí de la sala, por lo que algún dato que sigue es impreciso.]
Me encanta ver que gente que no suele escuchar música clásica vaya a conciertos. Por supuesto que se les nota. Y me encanta porque me digo a mí mismo: a poco que toquen bien, ya tenemos otro clásico-melómano. Lo peor de este público es que -por desconocimiento y no por mala fe- hay momentos en que molestan: personalmente, no puedo cuando comienzan los aplausos y aún no han dejado de sonar la música...
Y en este concierto de Promoconcert había muchos no melómanos, pese a la hora de inicio, por lo que al principio andaba yo muy contento.
Comenzó la noche con una brevísima marcha fuera de programa que yo desconocía. Muy rusa, muy Tchaikovsky, muy al pelo. Acabó y muchos aplausos. Bah, simplemente pasable.
Luego llegó el concierto para piano, con un solista -griego, no ruso- que también ha actuado como barítono profesional (creo recordar). No he estudiado piano, pero me aventuraría a decir que no es para nada un concierto sencillo: muy técnico y, a la vez, muy emocionante. Hay que echarle arrestos para atreverse con él. Y el griego se los echó, ¡vaya si se los echó! Porque él tiene que ser muy consciente de sus limitaciones. A mí, que no sé tocar ningún instrumento, llegó a producirme hasta vergüenza ajena. Pero que a lo mejor soy yo el que no se entera porque, en cuanto acabó, el público rompió en estruendosos hurras. Sobre la orquesta, vale lo que comento a continuación de la 1812.
Fui al concierto prinicpalmente por la 1812. Jamás la había escuchado en directo y ya tenía ganas después de tantos años. Fue una dirección totalmente deslabazada, sin ningún sentido interno, con unos tuttis tuttiísimos para esconder el paupérrimo sonido que los instrumentistas sacaban de sus instrumentos. Mientras les escuchaba recordaba a la Fil de Munich que había escuchado unos meses antes en esa misma sala y me decía: no puede ser que a esto de ahora también le llamemos música. Hasta los instrumentos sonaban muy pero que muy mal (entiendo que porque no eran de buena calidad). Curiosamente, el precio de las entradas había sido similar en ambos conciertos.
Cuando acabó la obra también aplausos, bravos y hurras... la directora salió a saludar hasta 3 veces (puede que más, yo ya me fui, levantando a todos mis vecinos de butaca)
Lo peor no fue sentirme engañado con este despropósito pseudo-musical, sino acabar convencido de que los no-melómanos que asistieron, seguían siéndolo al acabar el concierto. What a pity!
Y después de leer otra crítica por aquí, ya sé que nunca más volveré a un concierto de la gente de Promoconcert: me la metieron doblada. Pero por mi culpa: si hubiese entrado en su web antes de comprar la entrada muy probablemente habría descubierto el pastel. Cito: "El primero de los conciertos para piano que compusiera el genial y atormentado romántico Piotr Ilich Tchaikovsky se ha convertido en el más célebre de toda la historia de la música, y eso a pesar de que en sus principios nada lo hacía presagiar."
¡¡Y por si fuese poco, el concierto acabó bien pasadas las 12 de la noche!!