si es lo que tiene el abandono de la religión y del rosario, que la gente deja de creer en dios y cree en cualquier cosa, talmente decía el otro

yo, ahora mismo, que ya no voy a misa ni profeso fe política alguna, dedico dos horas diarias a mirar fijamente un osito de peluche de la nena, y a eso de los veinte minutos de mirarlo fijamente, pues que el cabrón se mueve, empieza a moverse, y me habla, y me frota todo, lo juro, y me revela mundos desconocidos, y siento un cosquilleo por las piernas arriba que me alcanza la ingle y me tensa el escroto, y como que oigo más y más nítido y los pelos se me erizan y todo yo vengo a convulsionar en una especie de horrísono latigazo que me traspasa la base de la columna hasta las cervicales, y luego de eso de me deja así, tirado y exhausto, con los ojos en blanco y la entrepierna empapada

la moza de escándalo dice que ya me vale, que a ver si de una repajolera vez me pongo yo encima y muevo el culo, por variar y todo eso

pero yo sé que ella forma parte de una conjura de mormones y traficantes de betún que quieren arrebatarme mis éxtasis con el osito, porque yo en esos momentos veo la luz, la veo toda estallar entre las dos aldabas que se me frotan por los morros y me susurran verdades como templos

y ya puede decir mi médico —sí, ése con aspecto de fontanero— que lo mío es bipolar y tal, que yo con mi osito, a ponérmelo encima y a seguir mirándolo fijamente hasta que todo yo convulsiono y eso

propicios

pd: y luego alguien se pregunta por qué perdimos un imperio..., cuando lo realmente inexplicable es que llegáramos a formarlo