Querida compañera, querido compañero:
Sé que muchos de vosotros vivís estos días con dolor, indignación, y una mezcla
de desconcierto y tristeza. Compartimos ese sentimiento. Ningún militante de un
partido como el nuestro puede mirar con indiferencia las noticias de actos que
nos repugnan. No sólo por la falta de ejemplaridad. Sino por el machismo que
proyectan algunas declaraciones conocidas, totalmente incompatibles con los
valores progresistas y profundamente feministas de nuestra organización.
La sospecha de que compañeros que ocuparon altas responsabilidades hayan
traicionado la confianza de este partido y de los ciudadanos es una herida que
nos duele a todos. Desde el primer momento, hemos actuado con contundencia,
pidiendo la renuncia inmediata de quien estaba implicado. Sin matices ni
ambigüedades. Sin confundir jamás la lealtad con la complicidad, ni la
presunción de inocencia con la impunidad.
Ningún partido está a salvo de la infamia de la corrupción. Pero lo que marca la
diferencia es cómo se reacciona ante ella. Y nosotros siempre lo haremos en
coherencia con nuestros valores, los de una organización democrática, decente
y comprometida con el interés general.
Nosotros expulsamos a quienes nos fallan; otros, los protegen. Nosotros
tomamos decisiones rápidas y ejemplarizantes; otros escriben mensajes de
apoyo. Nosotros denunciamos las prácticas corruptas; otros las encubren y
amparan, valiéndose incluso de policías patrióticas.
Que no conociéramos el informe de la UCO antes de su publicación, como quedó
públicamente acreditado, habla de la salud democrática de nuestro país. Y
demuestra que, en la España que estamos ayudando a construir desde el
gobierno, el poder ejecutivo no interfiere en investigaciones que dependen del
poder judicial, como sí ocurrió en buena parte de la década pasada. Por el
contrario, lo que sí es censurable es que se haya puesto el contenido de ese
informe al servicio de un intento deliberado de la derecha para derribar a un
gobierno legítimo.
España tiene corruptos, es cierto. Pero también tiene instituciones que
funcionan, una ciudadanía exigente y un gobierno que responde. Y, por
supuesto, tiene un Partido Socialista Obrero Español limpio, en el que militantes
como tú trabajan y colaboran día tras día para construir un país mejor, y un
mundo más justo.
El difícil momento que vivimos no debe hacernos perder la perspectiva. No hay
un sistema podrido cuya reforma haya que abordar políticamente. Hay una
democracia que se defiende de los casos de corrupción, con la ley y la justicia.
La corrupción se combate con mejores medios y las herramientas adecuadas. Y
es lo que haremos, apelando una vez más al debate sereno con quienes quieran
sumarse a él para aportar y mejorar. Si la derecha se borra de ese debate, como
seguramente hará, es porque su prioridad es otra: derribar al gobierno al precio
que sea.
Tienen a su disposición una herramienta prevista en nuestro ordenamiento,
como la moción de censura. Si pretenden hacer uso de ella, que sean coherentes
con el sentido con que la define nuestra Constitución y presenten un proyecto
alternativo de país. No lo harán. Porque carecen de él. Porque no les une lo que
quieren construir, sino lo que pretenden destruir.
Y porque lo único que son capaces de ofrecer pasa por el apoyo de una fuerza
de ultraderecha incompatible con el progreso, los derechos y las libertades que
tanto costaron levantar en España. Lamentablemente, el Partido Popular y Vox
están en una deriva de odio y legitimación de la violencia que se refleja, entre
otras cosas, en el acoso a muchos militantes socialistas y en el ataque a
numerosas casas del pueblo. Unos y otras tienen toda mi solidaridad y apoyo.
Puede que el Partido Popular haya renunciado a defender las conquistas y
valores fundamentales de nuestra democracia. Nosotros jamás lo haremos.
Sé que la decepción que implica este caso es enorme. Soy el primero en pedir
perdón por lo que representa. Pero no debemos olvidar de dónde venimos y todo
lo que hemos alcanzado en estos años, también en materia de lucha contra la
corrupción. Hemos aumentado los niveles de transparencia y endurecido leyes.
Hemos elevado los niveles de rendición de cuentas y mejorado la posición de
España en los rankings internacionales de percepción y de lucha contra la
corrupción.
En este y en otros ámbitos, no perdamos la perspectiva. Hay muchos asuntos
que afectan a la vida de la mayoría -en sanidad, vivienda, pensiones, empleo,
lucha contra el cambio climático o defensa de la igualdad- por los que merece la
pena seguir luchando. Desafíos que no se resuelven con titulares ni con
linchamientos. Sino con trabajo y políticas públicas justas, modernas y eficaces.
Para eso obtuvimos la confianza mayoritaria del parlamento. Y por todos esos
desafíos vamos a seguir adelante. Con la misma ilusión y ganas que el primer
día. Con más aún si cabe, porque los socialistas siempre nos hemos crecido ante
la adversidad, dando lo mejor de nosotros mismos.
Compañeras, compañeros:
Sé que la decepción es enorme. Pero también debemos tener claro que nos
enfrentamos a una operación de demolición moral, por procedimientos que
conllevan más peligro para la democracia que aquello que pretenden combatir.
La mejor forma de salir de esta prueba es recordando por qué estamos aquí. No
hemos venido a ocupar sillones. Hemos venido a mejorar la vida de la gente, a
combatir la desigualdad y a defender las libertades. Y no vamos a permitir que
nada nos aparte de esos anhelos en los que millones de personas han
depositado sus esperanzas.
Ahora es el momento de la templanza y la iniciativa para combatir un mal que
ataca la esencia misma de la democracia. Es momento de coherencia, de
claridad y de orgullo. De saber que cada acto que hagamos debe ser
comprensible para la ciudadanía, respetuoso con nuestros valores, y útil para la
democracia.
Contad conmigo. Yo cuento con vosotros.