La trama de
Acuamed no sólo planeó echarle ácido clorhídrico al
Ebro para facilitarle ganancias a
FCC, sino que llegó a probar echándole «unos bidones» a la parte del río que estaba embalsada para comprobar que, efectivamente, el pH del agua bajaba.
Además, la trama también barajó verter al río el agua que FCC había de descontaminar en ese lugar y que en realidad sólo había limpiado parcialmente. Agua, por cierto, que podría provocar un desastre medioambiental, aunque los miembros de la red se mostraban tranquilos. «No nos van a enchironar por eso», se dice en una de las grabaciones realizadas por la
Guardia Civil a los investigados de la trama.
En definitiva, de las evidencias se desprende que Acuamed, en los casos investigados, no sólo beneficiaba con
dinero público a las empresas contratistas a cambio de presuntos sobornos, sino que por el camino se dejaba su verdadera función: beneficiar a la sociedad española y al medio ambiente con obras hídricas.