Pues para mi sin ser ni mucho menos redonda (el guión es endeble, el metraje excesivo, el protagonista del antifaz tirando a soso), no es una película mala, sino un entretenimiento la mar de digno. En primer lugar, está muy bien ejecutada: la dirección de Verbinski tiene un buen par de pulmones, cuida la composición del plano y, cuando ha de ponerse épica, lo hace con una elegancia clásica, sin recurrir a ese montaje atropellado que hoy malogra casi todas las superproducciones.