Estando durmiendo la siesta un estruendo hizo que me levantara de inmediato con el pelo erizado y sintiendo una vibración a mi alrededor.
Cuando conseguí ver algo, pues había oscurecido y las luces no funcionaban encontré a todos los objetos metálicos electrizados y unidos unos a otros. Pronto averigüe la causa, siguiendo el olor a cables quemados llegué hasta la ventana, abajo un corro de gente observaba el incendio de un transformador de alta tensión, eso había causado la explosión y la magnetización de toda mi casa.
Cuando la luz volvió encendí mi ordenador, pero nada de lo que había almacenado seguía allí, ni mis fotos de los últimos quince años , ni los miles de discos perfectamente clasificados, muchísimos pendientes de oír.
Si el sobresalto fue grandísimo, el pesar por todo los archivos perdidos me mantenía en estado de shock. Micerebro no quería dejar entrar otro pensamiento, pero consiguió concentrar toda mi angustia: mi colección de miles de CDs, ¿estarían también magnetizados?
Un escalofrío recorrió mi espalda, rápidamente encendí el compact y elegí uno de mis preferidos, Schubert por Radu Lupu y....., lo que temía, solo un chisporroteo, qué horror, todo mi mundo musical convertido en sofrito de ceros y unos indescifrables.
Noté que las cosas giraban y que mis piernas se aflojaban. Ya sin fuerzas caí como un guiñapo sobre la cama. Al despertar el olor había desaparecido, los objetos metálicos estaban como si nada y corrí empapado en sudor hacia la ventana. El transformador estaba intacto y nadie lo miraba, solo unos niños que jugaban se quedaron parados al verme aterrorizado como si me persiguiese Satán.
Yo no sabía si había tenido un mal sueño o estaba soñandolo entonces, pero una cosa si tenía por cierta, que nunca dejaría que nada ni nadie me apartara de mis antiguos y polvorientos vinilos olvidados en el desván.
Ahora, mientras me aclaro y os escribo estas líneas, suena un LP, si, lo habéis adivinado, una obra de Schubert por Radu Lupu: ensoñaciones.
