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El actor Alfredo Landa ha fallecido este jueves a los 80 años de edad, según ha confirmado la Academia de Cine. Retirado en el 2008, tras haber recibido el Goya de Honor, el protagonista de El bosque animado y Los santos inocentes sufría problemas de salud que nunca fueron detallados públicamente. Durante su intervención en la ceremonia de entrega del conmemorativa galardón del cine español, el tercer cabezón que recibía, Alfredo Landa se mostró disperso mientras pronunciaba un emocionado discurso. Tras esa aparición, el actor se mantuvo apartado de las apariciones públicas.
La carrera de Alfredo Landa fue un recorrido profesional extenso e intenso. El actor interpretó títulos tan célebres en comedias como Atraco a las tres y No desearás al vecino del quinto, un gran número de películas tachadas de «españoladas» y prestigiosos largometrajes como El crack, Los santos inocentes y El bosque animado.
En 1962 debutó en el cine con la célebre cinta de José María Forqué Atraco a las 3. A este clásico le siguieron más de 130 largometrajes, muchos de ellos pertenecientes al «landismo», un género que nació de sus interpretaciones del prototipo del español medio en la década de los setenta.
Alfredo Landa contaba en su vitrina el premio al mejor intérprete en Cannes por Los santos inocentes, un galardón que logró junto a Paco Rabal, y dos Premios Goya, por El bosque animado y La marrana. A estos dos cabezones sumó el Goya de Honor en febrero de 2008, noche en la que, arropado por su familia y compañeros pronunció un desordenado discurso que anticipaba su posterior deterioro. «Fue como si quisiera decirlo todo a la vez y se me atascaran en la garganta -recordaba meses más tarde-. Lo terrible es que yo era consciente de todo lo que me estaba pasando».
Más tarde y después de estrenarse en el cine, se sumó a los abultados repartos berlanguianos en El verdugo y pronto empezó a destacar como un estereotipo con escaso glamur y profundidad, el «españolito medio» que centraría su propio género. «¿Pero hay más orgullo que ser el macho ibérico?», decía, a la vez que reconocía que no renegaba del «landismo» que le dio un éxito tremendo y tenía su valor. «La prueba es que esas comedias siguen teniendo éxito cuando se pasan por televisión».
Tras esta etapa cómica, que amenazaba con encasillarlo, calló todas las bocas encarnando al pueblerino de buen corazón que carga con su cuñado retrasado, Paco Rabal, en Los santos inocentes, la adaptación del texto de Manuel Delibes que realizó Mario Camus y que les dio a Landa y a Rabal el premio de interpretación en Cannes. «Estoy agradecido a esta profesión que escogí, me reconoció y, más tarde, me dio la oportunidad de demostrar mis cualidades dramáticas», decía.
«Cuando se murió James Stewart, en la biografía que emitieron en televisión, él mismo decía que al llegar a los sesenta lo que querían era quitarle de en medio», había dicho el día que anunció su retirada por haber perdido la ilusión. «Desde aquí le digo a Steven Spielberg y Martin Scorsese que no tienen nada que hacer y que hasta luego», bromeó.