Votamos a nuestros representantes para que... nos representen. En democracias como la nuestra, eso implica que has votado a una lista cerrada presenta por un partido (para el Congreso). En democracias como las anglosajonas, tienes una persona con nombre y apellidos, que es el representante de tu distrito electoral.
Cada una tiene sus ventajas, y sus inconvenientes. Nosotros tenemos que aceptar la nuestra, mientras siga en vigor. Igual que los representantes del PP cambian de opinión respecto a Vox en Extremadura o Murcia, o el señor Rajoy cambió en 5 minutos sobre los impuestos y el abaratamiento del despido, la realidad de la aritmética parlamentaria hace que tenga que haber pactos, concesiones, entre los diferentes partidos.
Si eso no es un cheque en blanco... pues se le parece mucho. Pero es la realidad. Si has votado al PSOE y no te gusta la "amnistía", no les votes más. Si eres del PP y no te gusta que Vox entre en el gobierno de tu comunidad, o necesites sus escaños para gobernar, no les votes más.
Como esto es perfectamente obvio, no hay mucho más que decir. De nuevo, es la realidad pura y dura. Escucharemos las habituales letanías que ya escuchamos sobre los indultos, y sobre cambios legislativos, como el PSOE se iba a hundir en las urnas y demás... Se subió en votos, y en escaños. Game over.